12.2.07

Wi-Fi, ji, ji, ji...


Uno no espera llegar a una ciudad de la costa como Villa Gesell, con sus pinares, sus calles de arena y su tradición informal para navegar por la Web o cerrar un proyecto online. Pero allí donde vaya, lo que abundan son las zonas Wifi. Hoteles, estaciones de servicio, bares, paradores de la playa y...la verdad es que no se me ocurrió visitar la parroquia, pero no sería raro que allí mismo, a los ojos de dios, la gente pase por algunos sitios, todos santos, claro.
La pregunta-reflexión que se nos pasó por la cabeza fue "¿Para qué cuernos quieren wi-fi en la playa?". Ninguno de los turistas que pasaban por ahí tenía cara de ejecutivo a punto de perder una licitación por varios millones de dólares, nadie tenía el aspecto de estar haciendo otra cosa más que navegar por los sitios de siempre y hasta hacer algún chateo con el navegante o la navegante de la mesa vecina del bar, la habitación de al lado en el hotel o la carpa contigua en el parador. ¿No es más divertido encarar ahí nomás, aunque sea con la sonrisa más estúpida que nos pueda salir? Cuando la red nos sirve de excusa, no nos sirve para otra cosa.

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